_
_
_
_
Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Ralentización temporal

Javier Ocaña

Cuentan los especialistas en videojuegos que una de las grandes virtudes de Max Payne, juego de culto creado en el año 2001, era la introducción en su desarrollo del llamado efecto bala (bullet time), ralentización del tiempo que permite ver con nitidez el recorrido de un disparo (al estilo John Woo o Matrix), lo que provocaba que el jugador pudiese realizar movimientos de otro modo imposibles.

Siete años después de su aparición, y tras el éxito comercial y el fracaso creativo de todas y cada una de las películas basadas en un videojuego previo, aterriza Max Payne, versión película, un largometraje donde el concepto "ralentización del tiempo" adquiere cotas insospechadas.

Mortal kombat, Resident evil (y sus secuelas), Tomb raider, Alone in the dark, House of the dead, Silent Hill, Hitman, Doom... Por desgracia, las hemos visto todas. Su base dramática y argumental era un videojuego, pero los guionistas encargados de trasladar la acción a la pantalla fracasaron, incapaces de inocular en el espectador la sensación de subida de adrenalina del juego, e incapaces de aportar al escueto soporte argumental una trama que no hiciese eternas las secuencias de acción y soporíferas las transiciones entre ellas. Max Payne, dirigida por el especialista en remakes John Moore (las nuevas versiones de El vuelo del Fénix y La profecía eran suyas), y protagonizada por Mark Wahlberg, es un más de lo mismo, aunque quizá peor.

MAX PAYNE

Dirección: John Moore.

Intérpretes: Mark Wahlberg, Mila Kunis, Beau Bridges, Chris O'Donnell, Ludacris, Olga Kurylenko.

Género: acción. EE UU, 2008.

Duración: 99 minutos.

Los filmes sobre videojuegos tienen éxito comercial y fracaso creativo

Y eso que la película tiene un par de hilos interesantes de los que tirar, caso de la posibilidad de que las poderosas farmacéuticas experimenten con drogas que permitan a los ejércitos luchar con más bravura, o la denuncia de los desmanes de las compañías de seguridad de las grandes corporaciones. Sin embargo, ni la visualización de los oníricos efectos secundarios del medicamento creada por Moore, que no pasa de churrigueresca, ni el hecho de que resulte casi imposible saber quiénes son, a qué se dedican y cuáles son los objetivos de algunos de los personajes principales (las dos chicas, por ejemplo), hablan bien de una película cuyo propósito final es, no lo olvidemos, entretener.

Y ahí es donde la ralentización del tiempo hace su particular agosto.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Javier Ocaña
Crítico de cine de EL PAÍS desde 2003. Profesor de cine para la Junta de Colegios Mayores de Madrid. Colaborador de 'Hoy por hoy', en la SER y de 'Historia de nuestro cine', en La2 de TVE. Autor de 'De Blancanieves a Kurosawa: La aventura de ver cine con los hijos'. Una vida disfrutando de las películas; media vida intentando desentrañar su arte.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_